Hace un año, los líderes mundiales de 195 países adoptaron el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, un plan para reducir las emisiones de CO2 y frenar el impacto del cambio climático. Varios oficiales de programas de la Fundación Ford reflexionan sobre los avances logrados este año, el papel de las empresas privadas y los derechos indígenas a la tierra en la lucha contra el cambio climático, y cómo los países están pasando de la planificación a la implementación.
Los pueblos indígenas y las comunidades forestales se adueñan del escenario
Por David Kaimowitz
De los manifestantes Sioux en Standing Rock, Dakota del Norte, a la campaña global #GuardiansOfTheForest, los activistas indígenas han estado en la vanguardia de los esfuerzos contra el cambio climático desde que se negoció el Acuerdo de París el año pasado. Han estado instando a los gobiernos y las empresas privadas a que les ayuden a proteger sus bosques, y a dejar los combustibles fósiles bajo tierra.
Estos activistas han sumado aliados globales destacados, entre ellos el Papa Francisco, la primera ministra de Noruega Erna Solberg, los líderes de la ONU Ban Ki Moon y Helen Clark, los actores Leonardo DiCaprio y Alec Baldwin, la supermodelo Gisele Bundchen, el líder empresarial Paul Polman, y los filántropos Laurene Powell Jobs y Alexander Soros. Estas personalidades destacadas han hablado abiertamente sobre la importancia de proteger los derechos de los pueblos y comunidades indígenas. La gente está empezando a darse cuenta de que todos nos beneficiamos cuando las comunidades indígenas protegen los ríos, campos y bosques—porque esto ayuda a frenar el cambio climático.
Varios estudios científicos publicados este año por prestigiosos think tanks como World Resources Institute (WRI), Woods Hole Research Center (WHRC), Rights and Resources (RRI), y Resources for the Future (RFF) demuestran que no se trata de palabras vacías. Estos estudios demuestran que las comunidades rurales gestionan gran parte de los bosques tropicales—y el carbono que almacenan—y que fortalecer los derechos sobre las tierras comunitarias es una forma significativa y rentable de abordar el cambio climático.
Lamentablemente, a pesar de los avances logrados en el último año, los indígenas defensores del medioambiente siguen pagando un alto precio por sus esfuerzos por proteger sus tierras. Hace nueve meses, Berta Cáceres, una ambientalista y líder Lenca, fue asesinada por intrusos armados tras años de defender los bosques y ríos de Intibucá, Honduras. El mes pasado, la policía de Dakota del Norte golpeó a cientos de indígenas defensores del agua en Standing Rock. No se trata de incidentes aislados: Global Witness ha documentado el asesinato de decenas de ambientalistas rurales en Brasil, Colombia, Filipinas, y otros lugares.
En los últimos meses, a muchas personas les ha estado preocupando que los responsables de las políticas en los Estados Unidos y otros lugares renieguen de sus compromisos de combatir el cambio climático. Pero los líderes indígenas no han sido disuadidos. Llevan más de 500 años resistiendo los esfuerzos de las empresas privadas, gobiernos y otros por destruir sus culturas y robar sus tierras. Tras el Acuerdo de París, seguirán protegiendo la naturaleza, y trabajando para asegurarse de que las empresas petroleras y de gas dejen de perforar sus tierras y destruir sus ríos. Seguirán luchando. Lo mismo deberíamos hacer nosotros.
El papel integral, aunque tras bambalinas, de las empresas privadas en el Acuerdo de París
Por Graham Macmillan
El año pasado, el mundo fue testigo del establecimiento y adopción de tres marcos globales que podrían llevar a nuestro planeta hacia un futuro más fuerte, más inclusivo, y más sostenible. La Conferencia sobre la Financiación para el Desarrollo, la Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible, y la COP21 fueron hitos por derecho propio, pero juntos subrayan la importancia de adoptar marcos que integren consideraciones en torno al clima, las personas, y el capital financiero. Los tres ponen de relieve la importancia de adoptar un comportamiento más sostenible.
Tuve el privilegio de estar en Paris hace un año, y percibí esa sensación de urgencia. En un plazo muy ajustado, el gobierno francés y las Naciones Unidas lograron equilibrar numerosos intereses nacionales con el interés global—una hazaña que vale la pena celebrar, y hacer cumplir. Líderes mundiales como Tony deBrum, un negociador sobre el cambio climático de las Islas Marshall, y Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, desempeñaron un papel extraordinario en la COP21. Y si bien el sector empresarial no tuvo un papel oficial en las negociaciones, seguirá desempeñando un papel decisivo en la implementación.
Para las empresas y los inversores, las Contribuciones Previstas Determinadas a Nivel Nacional (INDC, por sus siglas en inglés), sirven de hoja de ruta para implementar el Acuerdo de París. Las INDC establecen el plan de cada país para invertir y apoyar los objetivos previstos a lo largo de los próximos 20-30 años. Muchos de estos esfuerzos estarán impulsados por las políticas de energía, transporte e industria, por lo que para las empresas grandes y medianas, tradicionales e innovadoras, las INDC resultan esenciales para la planificación y desarrollo de los recursos. Como hemos visto anteriormente, una vez que se adoptan e implementan nuevos modelos empresariales para apoyar un comportamiento sostenible, la financiación los sigue.
A un año de París, me sigue alentando e inspirando lo que el Acuerdo logró y construyó para el futuro. Más allá de la capacidad de los parisinos de acoger al mundo tan solo semanas después de sufrir devastadores ataques terroristas, tuve el privilegio de presenciar el establecimiento de un nuevo marco empresarial global y sostenible que atraerá billones de dólares en inversiones. Si bien claramente aún hay desafíos pendientes, este importante nuevo marco ayudará a desplazar el capital hacia la financiación de comportamientos innovadores que sean progresistas y agreguen valor. Y eso marcará una diferencia real a la hora de avanzar en esta cuestión fundamental.
Más importante que nunca
Por Penny Davies
El año pasado en esta época, estaba en París cuando los países acordaron limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius. Fue una ocasión trascendental. Desde entonces, la pregunta candente en mi mente es si los países han estado intensificando las acciones para limitar el cambio climático global o si están dando marcha atrás. Las respuestas de muchos países sugieren que entienden que la acción es más importante que nunca.
Hasta ahora, 112 gobiernos han registrado públicamente sus contribuciones nacionales con la ONU, declaraciones que establecen lo que cada uno hará para abordar el cambio climático. Y las condiciones de mercado son favorables. El descenso de los costos de la energía renovable solar y eólica, así como el almacenamiento de baterías, son indicios esperanzadores de que la energía limpia aumentará su cuota de mercado, lo que ayudará a los países a reducir las emisiones de carbono de combustibles fósiles.
Pero para alcanzar los goles establecidos en el Acuerdo de París necesitamos hacer más que evitar nuevas emisiones de CO2. Además necesitamos eliminar la contaminación de CO2 que ya está en la atmósfera. Los bosques tropicales y otros sumideros naturales de carbono son fundamentales para hacer esto. Ya que los pueblos indígenas desempeñan un papel fundamental en la protección de estos bosques, garantizar el derecho a la tenencia de la tierra de las comunidades indígenas es una forma de reducir la contaminación de CO2 existente y luchar contra el cambio climático. Además es rentable. Para ayudar, debemos apoyar a los pueblos indígenas y las comunidades locales alrededor del mundo a medida que presionan para que se implementen políticas que fortalezcan sus derechos a sus tierras.
Lamentablemente, el progreso es lento: solo una fracción de los muchos países forestales se han comprometido con incluir el reconocimiento de los derechos indígenas y comunitarios a las tierras como parte de sus contribuciones previstas determinadas a nivel nacional bajo el Acuerdo de París. Asimismo, escalar esta solución al cambio climático sobre el terreno requerirá conectar a organizaciones comunitarias locales a las que es difícil llegar con conocimientos técnicos especializados a los que es difícil acceder. Como la primera y única institución centrada exclusivamente en garantizar los derechos colectivos a las tierras y los bosques—y diseñada para responder rápidamente a las necesidades de las comunidades—the Tenure Facility, un nuevo proyecto de la Iniciativa para los Derechos y Recursos, podría suponer un cambio de juego. Estoy deseando ver su impacto en 2017 y más allá.